¿Quién era Océano, el titán griego de las aguas?
Océano era uno de los doce titanes originales, hijos de Urano (el cielo) y Gea (la tierra). Según la mitología griega, Océano era el dios que personificaba el océano primordial que rodeaba el mundo conocido por los antiguos griegos. Se le consideraba el padre de todos los ríos, fuentes y manantiales, así como de las ninfas marinas llamadas oceánides. Océano era también el ancestro de muchos dioses y héroes, como Afrodita, Heracles y Aquiles.
Océano tenía el aspecto de un hombre robusto y barbudo, con cuernos y pinzas de cangrejo en la cabeza, y una larga cola de serpiente o de pez en lugar de piernas. A menudo se le representaba con un timón, un tridente o una vasija, símbolos de su dominio sobre las aguas. Su esposa era su hermana Tetis, la titánide de la fecundidad, con la que engendró una numerosa descendencia. Océano era venerado como una divinidad benévola y sabia, que acogió y crió a algunos de los dioses olímpicos cuando eran niños.
El papel de Océano en la cosmogonía griega
La cosmogonía es el relato del origen y la evolución del cosmos o del universo. Los griegos tenían varias versiones de este relato, pero la más influyente y conocida es la que se encuentra en la Teogonía, un poema épico atribuido al poeta Hesíodo. Según esta versión, al principio solo existía el Caos, un vacío informe del que surgieron las primeras entidades: Gea (la tierra), Tártaro (el abismo), Eros (el amor), Erebo (la oscuridad) y Nyx (la noche).
Gea dio a luz por sí misma a Urano (el cielo), con el que se unió para generar a los primeros seres vivos: los cíclopes, los hecatónquiros y los titanes. Urano temía el poder de sus hijos y los encerró en el seno de Gea, causándole gran dolor. Gea entonces urdió un plan para liberarlos y vengarse de Urano. Convenció a uno de sus hijos, Crono, el más joven y ambicioso de los titanes, para que castrara a su padre con una hoz. Crono cumplió con el plan y arrojó los genitales de Urano al mar. De la espuma que se formó nació Afrodita, la diosa del amor y la belleza.
De los doce titanes que nacieron de Urano y Gea, Océano fue el primero y el más antiguo. Junto con sus hermanos Crio, Hiperión, Jápeto y Ceo, y sus hermanas Febe, Rea, Temis, Mnemósine y Tetis, formaban la primera generación divina. Océano se casó con Tetis y juntos engendraron a las tres mil oceánides y a los tres mil ríos del mundo. Océano también tuvo otros hijos con diversas consortes, como Estigia, la diosa del río infernal; Clímene, la ninfa del mar; o Perseis, la hechicera.
Océano era el señor del océano primordial que circundaba el mundo conocido por los griegos. Este océano era concebido como un río enorme que fluía sin cesar alrededor de la tierra habitada (el ecúmene). Los griegos creían que el sol, la luna y las estrellas nacían cada día de este océano y se sumergían en él cada noche. Océano también era el origen de todos los cuerpos de agua dulce o salada que existían en la superficie terrestre.
La actitud de Océano ante las guerras divinas
Los titanes gobernaron el mundo durante la llamada edad dorada, una época de paz y prosperidad para los hombres y los dioses. Sin embargo, Crono, el líder de los titanes, se volvió tiránico y paranoico, y al igual que su padre Urano, temía ser destronado por sus hijos. Por eso, cada vez que su esposa Rea le daba un hijo, Crono se lo tragaba. Rea, harta de esta situación, decidió salvar a su último hijo, Zeus, y lo escondió en una cueva de Creta. Allí fue criado por la ninfa Amaltea y protegido por los curetes, unos seres que hacían ruido con sus armas para ocultar el llanto del niño.
Cuando Zeus creció, se enfrentó a su padre y le hizo vomitar a sus hermanos: Hestia, DemÉter, Hera, Hades y Poseidón. Estos se unieron a Zeus para derrocar a Crono y a los titanes. Así comenzó la Titanomaquia, una guerra que duró diez años y que enfrentó a los dioses olímpicos contra los titanes. Los olímpicos contaron con el apoyo de algunos aliados, como los cíclopes, los hecatónquiros, los gigantes y algunos titanes que se rebelaron contra Crono, como Prometeo, Epimeteo y Océano.
Océano fue el único de los doce titanes originales que no se unió al bando de Crono. Según algunas fuentes, Océano se mantuvo neutral durante la guerra, mientras que según otras, ayudó a Zeus y a los olímpicos. Sea como fuere, Océano no sufrió el castigo que Zeus infligió a los titanes derrotados: ser encadenados en el Tártaro, el lugar más profundo y oscuro del inframundo. Océano conservó su dominio sobre las aguas y su prestigio entre los dioses.
Océano también se abstuvo de participar en la Gigantomaquia, la guerra que enfrentó a los olímpicos contra los gigantes, unos monstruosos hijos de Gea que querían vengar a los titanes. Sin embargo, Océano aparece representado en el famoso Altar de Pérgamo, una obra maestra del arte helenístico que muestra escenas de esta batalla. Allí se ve a Océano luchando contra un gigante con forma de serpiente. Se ha interpretado que esta imagen simboliza el triunfo del orden cósmico sobre el caos primigenio.
La relación de Océano con otros dioses y héroes
Océano era considerado un dios sabio y benevolente, que acogió y crió a algunos de los dioses olímpicos cuando eran niños. Según Homero, Océano y Tetis recibieron de Rea a Hera, cuando esta huía de la ira de Crono. También cuidaron de Hefesto, cuando este fue arrojado del Olimpo por Hera o por Zeus (según las versiones). Además, Océano fue el padre adoptivo de Afrodita, cuando esta nació de la espuma del mar.
Océano también tuvo una estrecha relación con algunos héroes griegos. Uno de ellos fue Heracles (Hércules para los romanos), el hijo de Zeus y Alcmena, que tuvo que realizar doce trabajos para expiar el asesinato de su familia. Uno de estos trabajos consistía en robar las manzanas de oro del jardín de las Hespérides, unas ninfas hijas de Atlas, el Titán que sostenía el cielo sobre sus hombros. Para llegar hasta el jardín, Heracles tuvo que cruzar el océano primordial. Para ello, pidió prestado a Helios (el dios del sol) su copa dorada, con la que navegaba por el océano cada noche. Océano intentó impedir el paso de Heracles agitando las aguas, pero el héroe le amenazó con su arco y sus flechas, y Océano se calmó.
Otro héroe relacionado con Océano fue Aquiles, el hijo de Peleo y la ninfa marina Tetis (no confundir con la esposa de Océano). Aquiles fue el principal guerrero griego en la guerra de Troya, que enfrentó a los griegos contra los troyanos por el rapto de Helena, la esposa de Menelao, rey de Esparta. Según una famosa leyenda, cuando Aquiles era un bebé, su madre Tetis lo sumergió en las aguas del océano primordial para hacerlo invulnerable. Sin embargo, Tetis sujetó a Aquiles por el talón, que quedó sin protección. Este fue el punto débil de Aquiles, que le causó la muerte al ser herido por una flecha envenenada lanzada por Paris, el príncipe troyano que raptó a Helena.
El ocaso de Océano y el cambio de paradigma geográfico
Océano fue una de las divinidades más antiguas y respetadas de la mitología griega, pero su importancia fue decayendo con el tiempo. Esto se debió en parte al cambio de paradigma geográfico que experimentaron los griegos a partir del siglo VI a.C., cuando empezaron a explorar y colonizar otras regiones del Mediterráneo y del Mar Negro. Los griegos se dieron cuenta de que el mundo no era una masa de tierra rodeada por un único océano, sino que había varios mares y continentes separados por estrechos y canales.
Este descubrimiento hizo que los griegos cuestionaran la veracidad de sus antiguos mitos y buscaran nuevas explicaciones más racionales y científicas. Algunos filósofos presocráticos, como Tales de Mileto o Anaximandro, propusieron que el agua no era el principio originario de todas las cosas, sino que había otros elementos o principios más fundamentales, como el aire, el fuego o lo indeterminado. Otros filósofos, como Heráclito o Empédocles, afirmaron que el mundo estaba en constante cambio y que nada permanecía igual.
Estas nuevas ideas hicieron que Océano perdiera su papel de dios primordial y fuente de toda vida. Además, Océano tuvo que competir con otros dioses marinos que ganaron popularidad y prestigio entre los griegos. El más importante de ellos fue Poseidón, el hermano de Zeus y el dios del mar, de los terremotos y de los caballos. Poseidón era el señor de los mares conocidos por los griegos, mientras que Océano quedó relegado al ámbito de lo desconocido y lo misterioso.
Océano también tuvo que compartir su protagonismo con otras divinidades acuáticas, como Nereo, el viejo del mar y padre de las nereidas; Proteo, el dios que podía cambiar de forma; Tritón, el hijo de Poseidón y mensajero de las profundidades; o Glauco, el pescador convertido en dios marino. Estos dioses tenían una relación más cercana y directa con los hombres, ya que intervenían en sus viajes, sus pesquerías o sus aventuras. Océano, en cambio, se mantuvo al margen de los asuntos humanos y se dedicó a su función cosmogónica.
La influencia de Océano en la cultura occidental
A pesar de su pérdida de relevancia en la mitología griega, Océano ha dejado una huella profunda e indeleble en la cultura occidental. Su nombre ha servido para designar al conjunto de las aguas que cubren la mayor parte del planeta Tierra. Así, hablamos del océano Atlántico, el océano Pacífico, el océano Índico, el océano Ártico o el océano Antártico. También usamos el término océano para referirnos a una gran cantidad o extensión de algo, como por ejemplo: un océano de dudas, un océano de posibilidades o un océano de lágrimas.
Océano también ha inspirado a numerosos artistas y creadores a lo largo de la historia. Su figura ha sido representada en pinturas, esculturas, mosaicos y relieves desde la antigüedad hasta la actualidad. Algunos ejemplos son: el mosaico romano del siglo II d.C. hallado en Cartago (Túnez), que muestra a Océano rodeado de animales marinos; la escultura renacentista de Jean Goujon que adorna la fuente de los Inocentes en París (Francia), que representa a Océano con un tridente y una vasija; o la pintura barroca de Nicolas Poussin que ilustra el nacimiento de Venus, donde se ve a Océano sosteniendo a la diosa recién nacida.
Océano también ha sido el protagonista o el escenario de muchas obras literarias y musicales. Algunos ejemplos son: la Odisea de Homero, el poema épico que narra las peripecias de Odiseo (Ulises) para regresar a su hogar tras la guerra de Troya, donde tiene que enfrentarse a los peligros del océano y a sus habitantes; los Argonáuticas de Apolonio de Rodas, el poema que cuenta la expedición de Jasón y los argonautas en busca del vellocino de oro, donde tienen que cruzar el océano primordial y sus confines; o la Sinfonía nº 3 "Oceánica" de Ralph Vaughan Williams, la obra musical que evoca el sonido y el movimiento del océano con una orquesta y un coro.
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Preguntas Frecuentes sobre Oceano
Océano era uno de los doce titanes originales, dios que personificaba el océano primordial que rodeaba el mundo conocido por los griegos. Era padre de todos los ríos, fuentes y manantiales, así como de las ninfas marinas llamadas oceánides.
En la cosmogonía griega, Océano representaba el océano primordial que circundaba el mundo conocido. Era parte de la primera generación divina y padre de una vasta descendencia, incluidos dioses y héroes como Afrodita, Heracles y Aquiles.
Océano se mantuvo neutral durante la Titanomaquia, la guerra entre los titanes y los dioses olímpicos. Sin embargo, algunas fuentes sugieren que apoyó a Zeus y a los olímpicos. No participó en la Gigantomaquia, la guerra contra los gigantes, pero su imagen aparece en representaciones de la batalla.
Océano perdió relevancia con el cambio geográfico y el surgimiento de nuevos dioses marinos como Poseidón. A pesar de ello, su figura ha dejado una marca indeleble en la cultura occidental, inspirando a artistas, escritores y filósofos a lo largo de la historia.
El legado de Océano perdura en la cultura occidental, desde la denominación de los océanos hasta su representación en el arte, la literatura y la música. Su figura sigue siendo objeto de inspiración y reflexión en el mundo contemporáneo.