Helios, el radiante Dios del Sol: Descubre su mito y legado

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    Helios, el dios del sol en la mitología griega

    En la mitología griega, el sol era una de las fuerzas más importantes de la naturaleza, que regía el ciclo del día y la noche, el clima y las estaciones. El dios que personificaba el sol era Helios, un titán hijo de Hiperión y Tea, y hermano de Selene (la luna) y Eos (la aurora). Helios era el encargado de conducir el carro solar por el cielo cada día, iluminando el mundo con su resplandor. Su culto se extendió por varias regiones de Grecia, especialmente en Rodas, donde se le erigió una gran estatua conocida como el Coloso de Rodas.

    Helios era un dios puro y bienhechor, que otorgaba vida y prosperidad a los mortales. Sin embargo, también podía castigar a aquellos que lo ofendían o desafiaban su poder, como hizo con Nerito, a quien convirtió en molusco, o con Argé, a quien transformó en cierva. Además, Helios tenía el don de verlo todo desde su posición privilegiada en el cielo, por lo que era testigo de muchos secretos y revelaciones. Así, fue él quien descubrió la infidelidad de Afrodita con Ares y se lo contó a Hefesto, o quien advirtió a Deméter del rapto de su hija Perséfone por Hades.

    Helios tuvo numerosos hijos con distintas consortes, entre las que destacan las oceánides Perseis y Climene. Con Perseis engendró a Circe, la hechicera que vivió en la isla de Ea y retuvo a Odiseo durante un tiempo; a Eetes, el rey de la Cólquide que poseía el vellocino de oro; y a Pasífae, la esposa de Minos que concibió al Minotauro. Con Climene tuvo a Faetón, el protagonista de uno de los mitos más famosos relacionados con Helios.

    En este artículo vamos a conocer más sobre Helios, el dios del sol en la mitología griega, su origen, sus atributos, sus aventuras y sus descendientes. También veremos cómo se relaciona con otros dioses solares, como Apolo o Ra, y cómo se le representaba en el arte antiguo.

    El origen de Helios

    Helios pertenecía a la generación de los titanes, los hijos de Urano (el cielo) y Gea (la tierra), que gobernaron el mundo antes de los dioses olímpicos. Según el poeta Hesíodo, Helios era hijo de Hiperión y Tea, dos titanes que representaban respectivamente el sol y la luz. Por tanto, Helios era nieto de Urano y Gea, y primo de Crono, el líder de los titanes.

    Otros autores antiguos, como Homero o Píndaro, identificaban a Helios directamente con Hiperión, llamándolo "Hiperiónida" o "descendiente de Hiperión". Esto se debe a que ambos nombres significan "el que va por lo alto" o "el que observa desde arriba", aludiendo a la función del sol como vigilante del cielo. De hecho, algunos estudiosos consideran que Hiperión era una divinidad solar más antigua que Helios, que fue sustituida por este en épocas posteriores.

    Helios tenía dos hermanas: Selene, la diosa de la luna, y Eos, la diosa de la aurora. Estas tres divinidades formaban una tríada que regía los fenómenos celestes del día y la noche. Selene conducía un carro lunar por el cielo nocturno, mientras que Eos abría las puertas del oriente para dar paso al carro solar de Helios. Así lo describe Homero en la Ilíada:

    "Cuando Eos hija del alba extendió sus dedos rosados sobre la tierra, Helios salió del océano profundo e iluminó con su luz a los inmortales y a los hombres mortales sobre la tierra".

    Helios no participó activamente en la Titanomaquia, la guerra entre los titanes y los olímpicos, por lo que no fue castigado por Zeus como el resto de sus parientes. Sin embargo, tampoco formó parte del panteón olímpico, sino que mantuvo su independencia y su culto propio. Helios no tenía un templo fijo en el Olimpo, sino que residía en un palacio de oro en el extremo oriental del mundo, desde donde iniciaba su viaje diario.

    El carro de Helios

    La imagen más característica de Helios es la de un joven hermoso y radiante, coronado con una aureola de rayos solares, que conduce un carro tirado por cuatro caballos de fuego. Estos caballos se llamaban Pirois, Eoo, Aetón y Flegonte, y sus nombres significaban respectivamente "llameante", "amanecer", "resplandeciente" y "ardiente". El carro de Helios era una obra maestra de Hefesto, el dios herrero, que lo había forjado con oro y plata.

    Cada mañana, Helios se levantaba de su lecho y se dirigía a las cuadras donde guardaba sus caballos. Allí los uncía al carro y los azuzaba con un látigo. Luego salía por las puertas del oriente, custodiadas por las Horas, las diosas de las estaciones, y comenzaba su recorrido por el cielo. Su luz disipaba las tinieblas y hacía brotar la vida en la tierra. Helios podía modificar la intensidad de su calor según su voluntad, creando así los distintos climas y temperaturas.

    Al mediodía, Helios alcanzaba el punto más alto de su trayectoria, desde donde podía contemplar todo lo que ocurría en el mundo. Por eso se le consideraba el dios de la verdad y la justicia, que nada podía escapar a su mirada. Muchos juramentos se hacían en su nombre, invocando su testimonio. Así lo hace Penélope, la esposa de Odiseo, en la Odisea:

    "Juro por Helios Hiperiónida, que todo lo ve y todo lo oye".

    Por la tarde, Helios llegaba al extremo occidental del mundo, donde se sumergía en el océano que rodeaba la tierra. Allí le esperaba un barco dorado que lo llevaba de vuelta al oriente durante la noche, siguiendo un camino subterráneo. Algunas versiones del mito decían que el barco era conducido por las ninfas marinas o por el propio Océano. Otras decían que el barco era en realidad una gran copa o crátera que había pertenecido a Heracles.

    El mito de Faetón

    El mito más famoso relacionado con Helios es el de su hijo Faetón, fruto de su unión con la ninfa Climene. Faetón era un joven arrogante y ambicioso, que quería demostrar su origen divino ante sus compañEros. Un día, decidió ir a visitar a su padre al palacio del oriente y le pidió que le dejara conducir el carro solar por un día, como prueba de su paternidad. Helios intentó disuadirlo, advirtiéndole de los peligros y dificultades de la tarea, pero Faetón insistió tanto que al final accedió.

    Faetón se subió al carro y tomó las riendas, pero pronto perdió el control. Los caballos se desbocaron y se apartaron del camino habitual, acercándose demasiado a la tierra o alejándose demasiado de ella. Esto provocó grandes desastres: los ríos se secaron, los bosques se incendiaron, las montañas se derritieron, los polos se congelaron y muchas regiones quedaron desoladas. Los hombres sufrieron las consecuencias y muchos murieron o se transformaron en otras criaturas.

    Ante esta situación, Zeus intervino para poner fin al Caos. El rey de los dioses lanzó un rayo contra Faetón, que cayó del carro y se precipitó al río Erídano. Allí fue recogido por las náyades, que lo enterraron y le erigieron un monumento. Sus hermanas, las helíades, lloraron tanto su muerte que se convirtieron en álamos, y sus lágrimas se transformaron en ámbar. Helios, apenado por la pérdida de su hijo, se negó a salir de su palacio y sumió al mundo en la oscuridad. Los dioses y los hombres tuvieron que rogarle que volviera a su trabajo, y él accedió a regañadientes, pero nunca olvidó la tragedia de Faetón.

    Las aventuras de Helios

    Aunque Helios era un dios fiel y respetuoso con su esposa, la oceánide Perseis, también tuvo muchas aventuras amorosas con otras diosas, Ninfas y mortales. De estas uniones nacieron varios hijos, que heredaron algunos de los atributos o poderes de su padre. Algunos de ellos fueron:

    • Lámpeto y Faetusa: Eran las hijas de Helios y Neera, una ninfa hija de Océano. Ellas custodiaban el rebaño de vacas sagradas de su padre en la isla de Trinacria (Sicilia). Fueron atacadas por el gigante Tifeo, que les robó el ganado y las arrojó al mar, donde se convirtieron en las islas Eolias.
    • Astéria: Era la hija de Helios y Clímene, otra ninfa oceánida. Era la diosa de los oráculos nocturnos y los sueños proféticos. Se casó con Perses, el titán de la destrucción, y fue madre de Hécate, la diosa de la magia y las encrucijadas.
    • Aeetes, Circe y Pasífae: Eran los hijos de Helios y Perseis, una oceánide hija de Océano. Aeetes fue el rey de la Cólquide, donde guardaba el vellocino de oro que le había regalado su padre. Circe fue una poderosa hechicera que vivía en la isla de Ea, donde transformaba a los hombres en animales con sus pociones. Pasífae fue la esposa del rey Minos de Creta, que concibió al Minotauro tras enamorarse de un toro enviado por Poseidón.
    • Los carites: Eran las hijas de Helios y Egle, una ninfa hija de Zeus. Eran tres hermosas jóvenes que personificaban el encanto, la belleza y la gracia. Se llamaban Aglaya (la brillante), Eufrósine (la alegre) y Talía (la floreciente). Acompañaban a Afrodita, la diosa del amor, y a las musas, las diosas de las artes.

    Helios también tuvo relaciones con algunas mortales, como Leucótoe, una princesa de Babilonia, o Clitia, una joven enamorada de él. Sin embargo, estas historias no tuvieron un final feliz, ya que Helios las abandonó o las rechazó por otras mujeres. Leucótoe fue enterrada viva por su padre al descubrir su romance con el dios, y Clitia se consumió de amor y celos hasta convertirse en un girasol, que siempre sigue la trayectoria del sol.

    Helios y Apolo

    En la Mitología griega, existían dos dioses solares: Helios y Apolo. Helios era el dios del sol físico, el astro que iluminaba el cielo con su luz. Apolo era el dios del sol intelectual, el que inspiraba el arte, la música, la poesía y la profecía. Ambos dioses tenían funciones y atributos distintos, pero con el tiempo se fueron confundiendo y mezclando.

    La confusión entre Helios y Apolo se debe a varios factores. Uno de ellos es la influencia de la mitología romana, que identificaba a Apolo con el dios Sol Invictus (el sol invencible), una divinidad oriental que se hizo muy popular en el Imperio Romano. Otro factor es la asimilación de algunos cultos y ritos locales, que atribuían a Apolo el papel de dios solar. Por ejemplo, en Delfos, el famoso oráculo de Apolo, se celebraba cada cuatro años una fiesta llamada Sotérica, en la que se honraba al dios como el que había salvado al mundo de la oscuridad.

    Así, poco a poco, Apolo fue eclipsando a Helios, hasta el punto de que algunos autores antiguos los consideraban el mismo dios. Por ejemplo, Ovidio, en sus Metamorfosis, cuenta el mito de Faetón como si fuera hijo de Apolo y no de Helios. Sin embargo, otros autores mantenían la distinción entre ambos, y los representaban de forma diferente. Helios solía aparecer con una corona de rayos y un manto o una capa, mientras que Apolo solía llevar una lira y un arco y flechas.

    Helios y otros dioses solares

    Helios no era el único dios solar que existía en las antiguas religiones. Muchas culturas tenían sus propias divinidades asociadas al sol, que simbolizaban aspectos como la vida, el poder, la sabiduría o la justicia. Algunos de estos dioses solares eran:

    • Ra: Era el dios del sol en la mitología egipcia, el creador de todo lo que existe. Se le representaba con cabeza de halcón y un disco solar sobre ella. Cada día, viajaba por el cielo en una barca llamada Maat, acompañado de otros dioses. Por la noche, descendía al inframundo, donde luchaba contra la serpiente Apofis, que intentaba devorar el sol.
    • Inti: Era el dios del sol en la mitología incaica, el ancestro y protector del pueblo inca. Se le representaba como un hombre con un rostro radiante y una túnica roja. Los incas le rendían culto en el Templo del Sol de Cuzco, donde guardaban una imagen suya hecha de oro. Los emperadores incaicos se consideraban hijos del sol y llevaban el título de Sapa Inca (el único inca).
    • Amaterasu: Era la diosa del sol en la mitología japonesa, la gobernante del cielo y la tierra. Se le representaba como una mujer hermosa y majestuosa, vestida con ropas blancas y adornada con joyas. Su símbolo era un espejo circular de metal pulido, que reflejaba su luz. Los emperadores japoneses se consideraban descendientes de Amaterasu y custodios de sus reliquias sagradas.
    • Sol: Era el dios del sol en la mitología nórdica, la hija de Mundilfari y hermana de Mani (la luna). Conducía un carro tirado por dos caballos llamados Arvak y Alsvid, que podían resistir el calor del sol. Sol era perseguida por un lobo llamado Sköll, que intentaba devorarla. Se creía que al final de los tiempos, Sköll lograría su objetivo y provocaría un eclipse total.

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    Preguntas Frecuentes sobre Helios

    Helios era el dios del sol en la mitología griega, responsable de conducir el carro solar a través del cielo cada día, iluminando el mundo con su resplandor.

    Helios era el encargado de traer la luz al mundo cada día, controlando el ciclo del día y la noche, el clima y las estaciones, y observando todo desde su posición en el cielo.

    Helios era hijo de Hiperión y Tea, y hermano de Selene (la luna) y Eos (la aurora). Tenía numerosos hijos con diversas consortes, y su influencia se extendía por toda la mitología griega.

    El mito más famoso es el de su hijo Faetón, quien intentó conducir el carro solar y provocó caos y destrucción en el mundo, siendo finalmente castigado por Zeus.

    Helios comparte similitudes con otros dioses solares de diversas culturas, como Ra en la mitología egipcia, Inti en la incaica, Amaterasu en la japonesa, y Sol en la nórdica, todos ellos representando la importancia del sol en la vida humana y la naturaleza.