Introducción
Las Erinias son unas de las divinidades más temidas y respetadas de la mitología griega. Su nombre significa "las furiosas" o "las vengadoras", y se encargan de castigar los crímenes más graves cometidos por los mortales y los dioses. Según la versión más antigua, Las erinias nacieron de las gotas de sangre que cayeron sobre la Tierra cuando Cronos castró a su padre Urano, el dios del cielo. Otra versión más tardía las hace hijas de la Noche, la diosa de la oscuridad.
Las Erinias también reciben otros nombres, como Furias o Euménides. El primero proviene del latín furia, que significa "ira" o "locura", y refleja el carácter implacable y cruel de estas diosas. El segundo significa "las benévolas" o "las bien dispuestas", y es un eufemismo para evitar invocar su ira con el nombre verdadero. Las Euménides también se relacionan con el concepto de justicia, ya que su función es restablecer el orden moral y el equilibrio cósmico.
Las Erinias tienen la forma de mujeres aladas, vestidas de negro y con serpientes en el cabello. Sus atributos son el látigo, la antorcha y a veces el perro, el gallo o el búho. Su morada es el inframundo, donde vigilan a los condenados y los torturan con sus lamentos y sus mordeduras. Sin embargo, también pueden subir a la superficie y perseguir a los culpables hasta que se arrepientan o mueran. Las Erinias son tres: Megera, Tisífone y Alecto, y cada una se especializa en un tipo de crimen.
Las Erinias en la literatura y el arte griegos
Las Erinias aparecen en varias obras literarias y artísticas de la antigüedad griega, donde se las representa como seres temibles y poderosos. En la literatura, las Erinias son mencionadas por Homero, Hesíodo, Píndaro y otros autores clásicos, que las describen como hijas de Urano o de la Noche, y como agentes de la venganza divina. En la épica, las Erinias intervienen en la guerra de Troya, donde castigan a los griegos por el sacrilegio de Agamenón, que mató a una cierva sagrada de Artemisa. También persiguen a Orestes, el hijo de Agamenón, que vengó a su padre matando a su madre Clitemnestra y a su amante Egisto.
En la lírica, las Erinias son invocadas por los poetas para maldecir a sus enemigos o para pedir justicia por alguna ofensa. Por ejemplo, Arquíloco les pide que atormenten a Licambes, que le había prometido a su hija en matrimonio y luego se arrepintió. En la tragedia, las Erinias son las protagonistas de la trilogía de Esquilo llamada Orestíada, donde se narra el juicio de Orestes ante el tribunal de Atenea. Las Erinias acusan a Orestes de matricidio, mientras que Apolo lo defiende alegando que obedeció su voluntad. Atenea decide someter el caso al voto de los ciudadanos, que se dividen en partes iguales. Entonces, Atenea da el voto de calidad a favor de Orestes, y convence a las Erinias de que acepten el veredicto y se conviertan en las Euménides, las protectoras de la ciudad y de la democracia.
Las Erinias también aparecen en las tragedias de Sófocles y Eurípides, donde se las asocia con otros personajes que cometen o sufren crímenes atroces, como Edipo, Antígona, Medea, Alcestis o Hipólito. En estas obras, las Erinias representan el conflicto entre el destino y la libertad, entre la ley divina y la humana, entre la culpa y el perdón. En el arte, las Erinias se representan en la cerámica, la escultura y la pintura griegas, donde se las muestra como mujeres aladas, con serpientes en el cabello y en las manos, y con expresiones de ira o dolor. Algunos ejemplos son el vaso de Apulia del siglo IV a. C., donde se ve a las Erinias junto a Orestes y Apolo; el relieve del frontón del templo de Apolo en Delfos, donde se ve a las Erinias dormidas mientras Orestes se refugia en el altar; o el fresco de la tumba de Orcus en Tarquinia, donde se ve a las Erinias junto a Teseo y Fedra.
Las Erinias en la mitología y la religión griegas
Las Erinias son unas de las divinidades más antiguas y universales de la Mitología griega, ya que intervienen en numerosas leyendas y mitos que reflejan los valores y las creencias de los griegos. Las Erinias actúan como protagonistas o antagonistas de los héroes y los dioses, y como garantes del orden moral y el equilibrio cósmico. Las Erinias se ocupan de castigar los crímenes más graves, como el asesinato, la infidelidad, la impiedad, el perjurio, el incesto, el robo o la violación. Estos crímenes se consideran una ofensa a los dioses y a la naturaleza, y provocan la ira de las Erinias, que persiguen a los culpables hasta que se arrepientan o mueran. Las Erinias también pueden ser invocadas por las víctimas o por sus familiares, que les piden venganza o justicia por el daño sufrido.
Algunos de los casos más emblemáticos de crímenes y castigos relacionados con las Erinias son los siguientes: el de Tántalo, que mató a su hijo Pélope y lo sirvió como comida a los dioses, y fue condenado a sufrir eternamente el hambre y la sed en el Tártaro; el de Licaón, que intentó engañar a Zeus ofreciéndole carne humana, y fue transformado en lobo por el dios; el de Alcmeón, que mató a su madre Erífile por haber traicionado a su padre Anfiarao, y fue perseguido por las Erinias hasta que encontró un lugar donde no habían llegado los rayos del sol; el de Edipo, que mató a su padre Layo y se casó con su madre Yocasta, y se arrancó los ojos al descubrir la verdad; o el de Clitemnestra, que mató a su esposo Agamenón y a su hija Ifigenia, y fue asesinada por su hijo Orestes.
Las Erinias no solo castigan a los mortales, sino también a los dioses que violan las leyes divinas. Por ejemplo, las Erinias persiguieron a Dioniso, el hijo de Zeus y Sémele, porque Hera lo odiaba y lo consideraba un bastardo; a Apolo, el hijo de Zeus y Leto, porque mató a la serpiente Pitón, que era hija de Gea, la diosa de la Tierra; o a Atenea, la hija de Zeus y Metis, porque nació de la cabeza de su padre, sin intervención de una madre. Sin embargo, estos dioses lograron escapar o apaciguar a las Erinias, y se convirtieron en sus aliados o protectores.
Las Erinias no solo son temidas, sino también respetadas y veneradas por los griegos, que les dedican cultos y rituales en diferentes lugares y ocasiones. Por ejemplo, en Atenas, las Erinias tenían un santuario en el Areópago, el lugar donde se celebraba el juicio de Orestes, y donde se les ofrecían sacrificios de animales negros, miel y narcisos. También se les rendía culto en el templo de Apolo en Delfos, donde se les daba el nombre de Semnai, las venerables, y donde se les ofrecían tortas de cebada y queso. Además, se les honraba en las fiestas de las Antesterias, las Tesmoforias y las Euménides, donde se les hacían ofrendas y se representaban obras teatrales relacionadas con ellas.
Las Erinias en la cultura occidental
Las Erinias no solo han influido en la cultura griega, sino también en la cultura occidental, donde se las ha reinterpretado y recreado de diversas formas y épocas. En la literatura y el arte de la época romana y posterior, las Erinias se identifican con las Dirae, las diosas romanas de la venganza, que tienen nombres y atributos similares. Las Erinias también se asocian con otras figuras mitológicas, como las Gorgonas, las Parcas o las Harpias, que comparten algunos rasgos físicos o simbólicos con ellas. Las Erinias aparecen en obras literarias de autores como Virgilio, Ovidio, Séneca, Dante, Shakespeare, Milton, Goethe, Shelley, Byron o Baudelaire, entre otros. En estas obras, las Erinias se presentan como personajes o como alusiones a la culpa, el castigo, la justicia o la venganza.
Las Erinias también han influido en la filosofía, la psicología y el derecho modernos, donde se las ha utilizado como conceptos o metáforas para explicar o analizar diversos fenómenos o problemas. Por ejemplo, en la filosofía, las Erinias se relacionan con la noción de némesis, la retribución divina por el exceso de orgullo o de fortuna; o con la idea de catarsis, la purificación de las emociones a través del arte o la religión. En la psicología, las Erinias se vinculan con el concepto de superyó, la instancia moral que reprime o castiga los impulsos del inconsciente; o con el fenómeno de proyección, la atribución de los propios sentimientos o deseos a los demás. En el derecho, las Erinias se asocian con el principio de lex talionis, la ley del talión que establece una proporción entre el delito y la pena; o con la teoría de retribución, la justificación de la pena como una forma de reparar el daño causado.
Las Erinias también han inspirado numerosas adaptaciones y recreaciones en el cine, la música y los videojuegos contemporáneos, donde se las muestra como personajes o como referencias a la mitología griega. Algunos ejemplos son la película Furia de titanes, donde se ve a las Erinias como monstruos alados que atacan a Perseo; la ópera Elektra, donde se escucha el coro de las Erinias que acusa a la protagonista de matar a su madre; o el videojuego God of War, donde se enfrenta a las Erinias como enemigos finales que quieren impedir su venganza contra los dioses.
Megera: la Erinia de la infidelidad
Megera es una de las tres Erinias, y su nombre significa "la celosa" o "la envidiosa". Se encarga de castigar los crímenes de infidelidad conyugal o filial, es decir, la traición o el engaño a los esposos o a los padres. Megera persigue y atormenta a los culpables con su látigo, su antorcha y sus serpientes, que simbolizan el dolor, el fuego y el veneno de la pasión. Megera también puede provocar la infidelidad o la discordia entre los mortales, sembrando la sospecha, el odio o el rencor en sus corazones.
Algunos de los personajes mitológicos que sufrieron la persecución de Megera son los siguientes: Clitemnestra, que mató a su esposo Agamenón y a su hija Ifigenia, y que fue asesinada por su hijo Orestes; Paris, que raptó a Helena, la esposa de Menelao, y que provocó la guerra de Troya; Medea, que mató a sus hijos y a su rival Glauca, la esposa de Jasón, que la había abandonado; Fedra, que se enamoró de su hijastro Hipólito, y que lo acusó falsamente de violarla; o Néstor, que sedujo a la esposa de su hermano Periclímeno, y que lo mató con una flecha.
Los rasgos físicos y psicológicos que caracterizan a Megera son los siguientes: tiene el aspecto de una mujer vieja y fea, con el cabello y los ojos rojos, y con colmillos y garras. Su voz es aguda y estridente, y su risa es burlona y cruel. Su carácter es vengativo y celoso, y no conoce la piedad ni el perdón. Su poder es inmenso y temible, y solo se somete a la voluntad de los dioses superiores, como Zeus o Atenea.
Tisífone: la Erinia del asesinato
Tisífone es otra de las tres Erinias, y su nombre significa "la vengadora del asesinato". Se encarga de castigar los crímenes de sangre, especialmente el parricidio y el matricidio, es decir, el asesinato de los padres o de los hijos. Tisífone persigue y atormenta a los culpables con su látigo, su antorcha y sus serpientes, que simbolizan el dolor, el fuego y el veneno de la culpa. Tisífone también puede provocar el asesinato o la violencia entre los mortales, sembrando la ira, la venganza o la locura en sus mentes.
Algunos de los personajes mitológicos que sufrieron la persecución de Tisífone son los siguientes: Orestes, que mató a su madre Clitemnestra y a su amante Egisto, y que fue juzgado por el tribunal de Atenea; Edipo, que mató a su padre Layo y se casó con su madre Yocasta, y que se arrancó los ojos al descubrir la verdad; Alcmeón, que mató a su madre Erífile por haber traicionado a su padre Anfiarao, y que fue perseguido por las Erinias hasta que encontró un lugar donde no habían llegado los rayos del sol; Atamante, que mató a su hijo Learco por engaño de Hera, y que fue enloquecido por las Erinias; o Penteo, que se opuso al culto de Dioniso, y que fue despedazado por su madre Agave y sus tías, poseídas por las Erinias.
Los rasgos físicos y psicológicos que caracterizan a Tisífone son los siguientes: tiene el aspecto de una mujer vieja y horrible, con el cabello y los ojos negros, y con alas y cola de murciélago. Su voz es grave y ronca, y su llanto es lúgubre y desgarrador. Su carácter es implacable y severo, y no conoce la compasión ni la mis ericordia. Su poder es enorme y terrible, y solo se somete a la voluntad de los dioses superiores, como Zeus o Atenea.
Alecto: la Erinia de la impiedad
Alecto es la última de las tres Erinias, y su nombre significa "la implacable" o "la inexorable". Se encarga de castigar los crímenes morales, como la ira, la soberbia o la impiedad, es decir, la falta de respeto o de devoción a los dioses o a los ritos sagrados. Alecto persigue y atormenta a los culpables con su látigo, su antorcha y sus serpientes, que simbolizan el dolor, el fuego y el veneno de la ira. Alecto también puede provocar la impiedad o la guerra entre los mortales, sembrando la discordia, el orgullo o la rebelión en sus almas.
Algunos de los personajes mitológicos que sufrieron la persecución de Alecto son los siguientes: Las Danaides, que mataron a sus esposos, los hijos de Egipto, en la noche de bodas, y que fueron condenadas a llenar eternamente un tonel sin fondo; Las Sabinas, que fueron raptadas por los romanos, y que fueron incitadas por Alecto a rebelarse contra sus maridos; Turno, que se opuso al desembarco de Eneas en Italia, y que fue instigado por Alecto a declarar la guerra a los troyanos; Las Bacantes, que se entregaron al culto frenético de Dioniso, y que fueron enardecidas por Alecto a matar a Penteo, el rey de Tebas; o Heracles, que fue enloquecido por Alecto y mató a su esposa Megara y a sus hijos.
Los rasgos físicos y psicológicos que caracterizan a Alecto son los siguientes: tiene el aspecto de una mujer vieja y repugnante, con el cabello y los ojos verdes, y con alas y cola de dragón. Su voz es áspera y sibilante, y su grito es ensordecedor y aterrador. Su carácter es despiadado y violento, y no conoce la calma ni la paz. Su poder es inmenso y temible, y solo se somete a la voluntad de los dioses superiores, como Zeus o Atenea.
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Preguntas Frecuentes sobre Las Erinias
Las Erinias, también conocidas como Furias o Euménides, son divinidades de la mitología griega encargadas de castigar los crímenes más graves. Su origen varía según las versiones, pero se dice que nacieron de la sangre de Urano o de la Noche.
Las Erinias actúan como agentes de la venganza divina, castigando crímenes como la infidelidad, el asesinato y la impiedad. También se asocian con la justicia y el equilibrio cósmico.
Las Erinias aparecen en obras literarias de autores como Homero, Hesíodo y Esquilo, así como en cerámica, escultura y pintura. Se las muestra como mujeres aladas, vestidas de negro y con serpientes en el cabello.
Cada Erinia se especializa en un tipo de crimen: Megera castiga la infidelidad, Tisífone el asesinato, y Alecto la impiedad. Se representan con látigo, antorcha y serpientes, simbolizando el dolor y la venganza.
Las Erinias han inspirado obras literarias, filosóficas y artísticas a lo largo de la historia, reflejando conceptos como la culpa, la justicia y la venganza. Su influencia se extiende desde la antigüedad hasta la actualidad.